Wednesday, October 3, 2012

Guerreros Invisibles

Todo mundo habla de los sobrevivientes de Cáncer, todo mundo habla de lo fuertes que son, la gran actitud que suelen mantener, las ganas de vivir, en fin, los grandes "guerreros" (entrecomillo la palabra pues, en lo personal, ni me gusta ni me parece tan adecuada) que son por haber luchado contra un enemigo tan peligroso como lo es el Cáncer; y eso está increíble, en verdad, me alegra mucho que hayan logrado sobrevivir; después de tal lucha, es un hecho que lo merecen.

Sin embargo, nadie habla de esos "guerreros" que, desafortunadamente y a pesar de todo, perdieron la batalla. Personalmente, pienso que nadie los menciona porque la gente siente que si lo hace es sinónimo de hablar de muerte, pero no necesariamente es el caso -sobra decir que lo digo por experiencia propia.

En mi opinión, las historias de gente que pierde contra el Cáncer tienen tanta o incluso más fuerza que las de la gente que gana. Por eso hoy, quiero contarles la historia de mi Mamá, Angélica; sin duda la mujer más fuerte, luchona, amorosa y maravillosa que he conocido jamás. Me parece importante compartir la historia de mi madre pues creo que puede ser de ayuda para mucha gente que está pasando por la misma situación, o para su familia, o gente que ya lo vivió y que, de alguna manera, se siente derrotada.

Esto es, a grandes rasgos, la historia de mi madre, mi hermana y la mia; a grandes rasgos pues lo que importa aquí es la conclusión, el final y cómo se llegó él.

En Febrero de 2011 Mamá sufrió un ECV (Evento Cerebro Vascular), lo que nos llevó de inmediato a Urgencias, donde le hiceron una TAC (Tomografía Axial Computarizada) que, en realidad, on indicaba mucho. No estábamos muy conformes con tales resultados pues no era conclusivos, así que acudimos a un Médico particular quien, gracias a una RM (Resonancia Magnética) diagnosticó a Mamá con un Tumor en el Cerebro. Gis (mi hermana menor) y yo lo supimos un día antes gracias a una amiga que es médico, sin embargo, queríamos esperar a estar seguras y preferimos que fuera el doctor quien diera el diagnóstico, así que nos tocó hacernos las fuertes por Mamá, quien en un principio también se mantuvo fuerte, pero se derrumbó al llegar al elevador después de salir del consultorio. Sin poder evitarlo, las 3 estábamos llorando, deshechas. No puedo ni imaginar lo que habrá pasado por la cabeza de Mamá, pero sólo de intentarlo me duele. El doctor recomendó cirugía pronta para remover el tumor que aún era tan pequeño como una almendra. 

Decidimos llevar el proceso en el IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) pues no contábamos con las posibilidades de hacerlo de manera privada. Un día, a la espera de la próxima cita médica en el IMSS, Mamá tenía un dolor de cabeza insoportable, llevaba todo el día en cama y tenía vómitos constantes; por la noche decidimos llevarla nuevamente a Urgencias, donde se quedó internada y a la mañana siguiente muy temprano le hicieron otra TAC, que evaluaron en un Hospital Especializado. Al ver los resultados de la nueva TAC y evaluar a Mamá, los médicos se dieron cuenta que había que operar de emergencia esa misma noche. Así que esa madrugada, raparon a Mamá y entró a quirófano, donde el tumor fue removido exitosamente -esa fue la última noche en que vi a Mamá como la conocía, después de eso, jamás volvió a ser la misma (en ningún modo). Tan sólo unos días después fue dada de alta para continuar los cuidados en casa. Mamá era muy fuerte y rápidamente se fue recuperando de la cirugía, hasta que vino la Radioterapia, durante la cual parecía estar bien, lucía muy "normal" e incluso su cabello crecía rápido; aunque comenzar a perderlo fue un golpe muy duro para ella, a pesar de que "sólo es cabello" tal pérdida, por alguna razón, es demasiado difícil de sobrellevar por todo lo que implica. Aunque a nosotros también nos doliera su pérdida de cabello (más por lo que esta provocaba en ella que por el hecho en sí), nos hacíamos las fuertes y tratábamos de actuar cual si no fuera gran cosa, no por minimizarla ni mucho menos, sino para recordarle a Mamá que estaba viva y que estábamos juntas, lo que era definitivamente más importante que el cabello. Unos días después de finalizar la Radioterapia, comenzó a perder su cabello en grandes cantidades, sin lugar a duda puedo decir que fue uno de los momentos más difíciles para Mamá, supongo que es un golpe muy duro dejar de ver en el espejo a quien durante toda una vida has creído que eres, como buscarte y -tristemente- no encontrarte. 

El tiempo pasó y el tratamiento continuó con seguimiento médico y una dieta prácticamente a base de pastillas; nuevamente Mamá sacaba fuerza no sé de dónde y se recuperaba satisfactoriamente -por lo menos en apariencia. Los médico programaron una cirugía de Riñón a principios de Julio, para poder extraer el Riñón izquierdo que era donde se alojaba el tumor. Tumor que, una vez extirpado, el mismo médico me dijo -impresionado- era del tamaño de un balón de futbol americano. Las ganas de vivir y el entusiasmo de mi madre eran realmente sorprendentes, estos se unían y transformaban en una fuerza impresionante en verdad. 10 días después de cirugía, Mamá y yo estábamos en el Museo de Arte de Moderno (le encanta encantaba el arte y la cultura, amaba los museos). Para finales de mes, estábamos celebrando su cumpleaños 48...sí, Mamá era muy joven.

Días después de su cumpleaños, Mamá tuvo una terrible recaída y la internaron por un día pues había perdido la consciencia por algún tiempo, debido a esto le hicieron una RM más, los resultados de esta fueron fatales, pues por ellos los médicos se dieron cuenta que la Radioterapia no había logrado su objetivo (deshacerse de las células tumorales) y Mamá tenía nuevamente tumores en el cerebro, mejor conocidos como Metástasis Cerebrales. No sabíamos bien a bien lo que esto significaba en términos del tratamiento que Mamá debía recibir, pero por lo pronto, los médicos cancelaron la Inmunoterapia que tenía programada. Días después, el departamento de Urología, sin más ni más -y sin tacto alguno, me informaba del deshaucio de Mamá (esa ocasión sólo yo vi al doctor para recoger un papel, Mamá no tenía que ir y no quería hacerla salir si no era necesario); así que en mis manos estaba no sólo contárselo a mi hermana, sino decírselo a Mamá. Sobra decir que no tenía ni idea de cómo hacerlo, era la peor tarea que la vida me había dado hasta entonces. Finalmente lo hice y contactamos a una Tanatóloga profesional, quien nos ayudó muchísimo durante el resto del proceso.

A pesar de todo, Mamá se mantenía fuerte y trataba de ser feliz y aprovechar el día a día. Las tres nos volvimos más unidas que nunca y el lema de toda la vida de Mamá se convirtió en nuestro mantra ("Todas para una y una para todas!"). Hicimos un viaje a Europa pues Mamá siempre quiso y nunca antes se dio la oportunidad; Gisela y yo hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos por hacer posible todo lo que Mamá deseara, por grande o pequeño que fuera.

Lamentablemente, después del viaje Mamá recayó un poco y ya no era autosuficiente, aún así, logramos pasar Navidad y Año Nuevo juntas y muy bien; disfrutamos las fiestas más que nunca pues sabíamos que serían las últimas que pasaríamos las 3 juntas. Después de Año nuevo, Mamá tuvo la peor recaída de todas, a tal grado que nos hizo pensar que lo que tanto temíamos, había llegado...para nuestra fortuna, unos días después todo cambió y Mamá tuvo una mejoría considerable, es decir, no estaba de regreso al 100%, pero definitivamente era una gran mejoría. Así pasamos varios meses más, y cada día se volvía más difícil pues su salud estaba en continuo deterioro hasta que llegó el punto donde perdió toda autosuficiencia y Gis y yo teníamos que hacer absolutamente todo por ella; en realidad no nos importaba, es decir, para eso estábamos. Dejamos de ir a la oficina y comenzamos a trabajar desde casa, así que prácticamente vivíamos en guardias de 24/7 donde nos ocupábamos de Mamá, de la casa y todas la tareas que esto con lleva y, por supuesto, del trabajo. No fue fácil y no sé bien a bien cómo lo logramos, sólo sé que -por Mamá- hubieramos hecho eso y más.

En realidad, lo más difícil de todo es ver a tu ser amado sufrir, en serio, no hay nada en la vida peor que eso. Dormir sólo un par de horas cada noche, trabajar 9 horas diarias, estar al pendiente de ella las 24 horas, hacer y darle de comer apropiadamente, aprender a inyectar, mantener limpias sus yagas, sentarla, acostarla, voltearla, controlar sus ataques de hiperreflexia, moler su medicamento para que pudiera pasarlo, bañarla, etc...nada, NADA de eso fue tan difícil como verla sufrir y no, en realidad, no poder hacer absolutamente nada al respecto. La impotencia que se siente en esos momentos es increíblemente derrotadora. Teníamos sentimientos encontrados, a veces queríamos que todo terminara de una buena vez y acabara con el sufrimiento de las 3, pero sobretodo de Mamá; y a la vez, deseábamos que Mamá estuviera con nosotros por muchos años más sin importar qué...es complicado "decidirte" por una o por otra y entrecomillo porque obvio no eres tú quien decide qué rumbo van a tomar las cosas, pero igual resulta difícil tomar una posición al respecto de tal situación.

En fin, considerando todo lo anterior, logramos llegar al Día de las Madres (Mayo 10 en México), lo cual -siendo muy honesta- por momentos no creí que fuera a suceder, pero cuando pasó estuve muy agradecida pues podíamos estar con Mamá una vez más en esta fecha tan especial. Días después, sin embargo, la salud de Mamá comenzó a decaer nuevamente y llegó al punto donde ya casi no hablaba, sólo decía una que otra palabra en todo el día, ya no quería ni tomar agua; nos empezamos a preocupar y un viernes la ingresamos en Urgencias una vez más pues su estómago estaba inflamado, le pusieron una sonda y después de pocas horas pudimos volver a casa. Ese fin de semana fue muy raro y callado, era como si Mamá ya no estuviera ahí. El domingo por la noche era tarde y tanto Gisela como yo -por alguna razón- seguíamos despiertas, pasaban las 2 de la mañana cuando dijimos buenas noches. Apenas las luces se apagaron, Mamá comenzó a hacer ruidos extraños; no quisiera dar muchos detalles al respecto, así que sólo diré que Mamá estaba luchando por su último respiro y luego cerró los ojos por última vez. Poco a poco cada uno de sus órganos dejó de funcionar hasta que todo se apagó, su corazón dejó de latir y la vida se fue de su cuerpo. No había más, Mamá se había ido y por fin estaba descansando. 

Aunque por ese lado estabamos agradecidas, no podíamos parar de llorar pues ya nunca volvería a abrazarnos, a besarnos, a hablarnos, a hacernos cariños, a regañarnos...nada, nunca más podríamos estar con ella como lo habíamos estado antes y eso nos dolía como nunca antes nos había dolido nada. Así fue como terminaron la historia y vida de Angélica, de mi Mamá; aunque en realidad, su legado continua y está en las manos de Gisela y las mías, encargarnos de que perdure por el mayor tiempo posible y lograr que todo lo que nos enseñó (consciente e inconscientemente) trascienda.

Durante todo el difícil proceso que vivimos por el Cáncer, leí muchas cosas acerca de él y la gente que lo padecía (tanto de los propios enfermos, como de sus familiares), muchas de ellas eran muy tristes pero, en su mayoría me ayudaban a seguir adelante de alguna u otra manera. Hoy espero que nuestra historia ayude a alguien que está pasando por lo mismo, que la lean y decidan aprovechar el tiempo, si es que lo tienen "contado", y salir adelante. No hay mejor día que hoy para decirle a los tuyos que los amas, estén sanos o enfermos, estemos ocupados o no, estemos enojados o no; en fin, no se queden con ganas de decir y/o hacer algo con o por los que aman, la vida da segundas oportunidades, pero no siempre son como imaginamos.

Sólo me resta aconsejarles que sigan luchando y nunca se rindan, no den lugar a futuros arrepentimientos, aprendan a vivir el día a día pues, a final de cuentas, es todo lo que tenemos.